domingo, 2 de agosto de 2009

SAPO

Estuve pensando en que tal vez sería buena idea aprender a silbar. A silbar fuerte y hacia afuera. De vez en cuando saber silbar parece útil, tan útil como la memoria selectiva o los repentinos dolores de cabeza frente a gente hostigante.
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Hay sonidos realmente insoportables pero el del tenedor en el plato, el de las uñas en la pizarra o el del bruxismo voluntario son nada en comparación a ese sonidito casi imperceptible de las altas frecuencias, ese que es como el sonido del pecho en un ataque permanente de asma.
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En fin, quizás una mejor idea sea conseguir un pito y llevarlo a todos lados, en el bolsillo.

2 comentarios:

Yared Medina dijo...

Cuando era chibolo, yo tenía un pito bicolor, amarillo y anaranjado, lo llevaba a todos lados, y igual que mi "honda" para matar palomas y mi orqueta, para fastidiar perros, [mierda no me acordaba de eso y no lo puse en mi biografía]. También andaba con una piedra en el bolsillo, es que me pegaban mucho. =(

Deivis sin nombre dijo...

Tamare pobres perros... jajaja...

Yo ya no puedo silbar nosé porqué pero tengo que volver a intentarlo.